En el mundo hay hidrocarburos para los próximos 150 años. Claro, el uso de hidrocarburos se ha vuelto irracional.

          Al uso irracional de los hidrocarburos, pretenden oponerseles: la energía eólica, las represas en ríos y arroyos, las centrales geotérmicas, la combustión de biomasa, la energía mareomotriz, las máquinas hidráulicas sin represas, las centrales de biocombustibles, la energía solar, la energía atómica. Y varias más, muy nuevas como para poder conocerlas, o de escasas posibilidades de aprovechamiento.

          La decisión que tomare hoy un país en materia energética, en especial en la forma y modos de producir electricidad, habrá de repercutir en los próximos dos siglos en múltiples facetas. Una decisión acertada significarían dos siglos de prosperidad. Una decisión equivocada podría no resultar catastrófica, pero sería motivo de retrasos en el desarrollo humano. Por supuesto, no tomar ninguna decisión y dejar las cosas como están, confiar en que “todo se arreglará a largo plazo” o “esperar y ver la actitud de los demás países, para copiarla después”, es la peor opción. Significa un desastre seguro.

          ¿Por qué soy tan alarmista, en punto a exigir que no se prorrogue indefinidamente la resolución de elegir una o más energías para producir electricidad, y avocarse a su desarrollo e implementación? Por dos razones sustanciales.

          La primera, es el crecimiento demográfico de la humanidad, y con tendencia más geométrica que matemática. Y, a más seres humanos, mayor consumo de electricidad.

          La segunda es estadística. El consumo de electricidad aumenta en proporción mayor al incremento de la población mundial.

          Ninguna de ambas tendencias puede pararse, a pesar de las promesas siempre incumplidas de los planificadores.

          En efecto, ni las graves sanciones impedirán a los humanos concebir hijos. Asimismo, la esperanza de vida crece, y salvo recurrir a un impensable “poner límite al número de años” de cada ser humano, las expectativas de longevidad han rebasado los cálculos. Los niños nacidos en el año 2010 podrán pensar seriamente en vivir 150 años y más. Es verdad, algunos pocos países mantienen el número de habitantes estable y llegan a disminuirlos. Son excepción. Pero la mayoría de las naciones y especialmente las más habitadas, incrementa las poblaciones.

          En cuanto a lograr el consumo “per capita” de electricidad, es otra utopía. Los artefactos y maquinarias son cada vez más optimizados en la relación: rendimiento/consumo de energía. No obstante, el desarrollo de poblaciones marginales incrementará el número de consumidores y la apetencia de energía, más allá del mero crecimiento demográfico.

          En esas condiciones, el Planeta Tierra se empequeñecerá hasta parecer un pañuelo, con relación al número de seres humanos que cargará sobre su superficie. Por ello, debe pensarse, además de reducir el impacto ecológico de la generación de energía, en ¿cuál? o ¿cuáles?, es o son, las formas de fabricar electricidad en cantidad como para abastecer una demanda insaciable.

          La opción de los hidrocarburos está literalmente agotada. Podrán seguir hallándose yacimientos de petróleo y de gas, por supuesto a costos enormemente crecientes. Por ejemplo, en el mar progresivamente a mayor profundidad, en áreas pobladas, en campos de labranza.

          Ahora tenemos la novedad del gas natural atrapado en los estratos prehistóricos de lutita. Poca información hay, salvo que su extracción es más parecida a una industria minera, que a una perforación. De tal manera, obtener gas de las lutitas significaría arrasar millones y millones de hectáreas de tierras de todo tipo. Hay gas en la lutitas - dicen - para más de 100 años, pero a condición de crear desastres de imposible reparación en el Planeta. Ya se han hecho experimentos de obtención de “gas de lutita” en lugares remotos del Canadá, en algo que se ha denominado “barros gasíferos”. Aseveran haber obtenido óptimos resultados. Notablemente, ningún periodista tuvo permiso para acceder a los yacimientos de “gas de lutita”.

          En definitiva, como dijimos al inicio, “hay hidrocarburos en el mundo para 150 años a contar desde este año 2010”. Lo que desconocemos, es, si después de 150 años de explotación de hidrocarburos a precios inmensurables y en condiciones de depredación de la naturaleza nunca antes vistas, quedará un Planeta Tierra habitable.