Overblog
Edit post Seguir este blog Administration + Create my blog
6 septiembre 2009 7 06 /09 /septiembre /2009 00:31
Este artículo fue publicado en la edición de noviembre de 2000 de la Revista Jurídica del Nordeste. ¿Mantiene la vigencia? Léalo y decida por sí.

    El Consejo de la Magistratura cabalga desnudo

          El relato es conocido: érase una vez un Reino al que llegaron un grupo de tejedores. Venidos del ignoto Oriente, los tejedores decían tener la capacidad de confeccionar telas mágicas, que sólo eran visibles para las personas honestas y de bondadosos pensamientos. En cambio, decían los tejedores, para los perversos e impíos las telas mágicas eran invisibles.
Los comentarios sobre las fantásticas bondades de los lienzos exóticos llegaron a oidos del Rey. Sus consejeros sugirieron requerir los servicios de los tejedores orientales: "Si te vistes con los ropajes mágicos", dijeron al Rey, "sabrás quienes de tus súbditos son bondadosos y confiables, y quienes los deleznables y deshonestos".
          El Rey citó al palacio a los tejedores. Arregló con ellos una importante paga a cambio de tejer para el monarca las más suntuosas y bellas telas mágicas.
          Los tejedores, consumados fabuladores, comenzaron el supuesto trabajo. Desde el amanecer hasta la noche se inclinaban sobre los telares, entrelazando invisibles hilos.
          El Rey, los cortesanos, los funcionarios del Reino, los embajadores, los cronistas reales y multitud de curiosos visitaban el taller. Por supuesto, nadie veía ningún hilo, ni tela. Pero todos, temerosos de que los tildaran de maldad y perversión, decían verlos y competían para alabar la textura de los hilados y la belleza de los colores. Sesudos comentarios se esparcían por el Reino respecto del brillante invento de las "telas mágicas", enalteciendo la sabiduría del Rey y de sus consejeros por haber adoptado un adelanto científico sin parangón.
          Un día, los tejedores anunciaron la conclusión de la tarea. En una ceremonia muy formal entregaron al Rey el resultado de "sus esfuerzos". En presencia de la Corte en pleno, con movimientos ampulosos pusieron en manos de los ayudantes de cámara del monarca una muda completa del "mágico" ropaje real, que incluía desde los paños menores hasta la capa bordada finamente...
          El Rey, entusiasmado, decidió vestir las "ropas mágicas" y cabalagar por las calles de la capital del Reino para que los súbditos y los visitantes extranjeros apreciaran el trabajo de los tejedores y - a la vez - averiguar quienes eran los buenos y cuales los malos, según vieran o no las ropas reales.
          A la mañana siguiente y precedido de fanfarrias, el Rey montó desnudo el caballo enjaezado. Muy satisfecho, paseó frente al pueblo que lo ovacionaba.
          Ningún habitante del Reino, noble o plebeyo, ni viajero ocasional, se animaban a pensar siquiera que el Rey cabalgaba desnudo. Al paso del monarca sólo se oían entusiastas comentarios: "¡qué suntuosa capa!", "¡miren la hermosa camisa!", "¡oh, cuán sobrios y elegantes pantalones!", etc., etc.
De pronto, un niño gritó: "¡mamá, el Rey está desnudo!". Un mendigo agregó: "yo no tengo nada que perder, me da igual que digan que soy virtuoso o perverso; así que os digo: el niño tiene razón y juro que el Rey está tal como vino al mundo". Animado por esos dichos, algún descreído expresó: "la ropa mágica no existe". Otros juntaron fuerza, superaron la reprobación de muchos y vocearon: "¡los tejedores son estafadores!".
          Un verdaderamente honesto funcionario se acercó al monarca y lo alertó: "Su Majestad cabalga desnudo, cúbrase". Y le acercó pudorosamente una manta.
          Finalmente, Rey, cortesanos y súbditos, avergonzados y confusos, reconocieron haber sido víctimas de un engaño. Buscaron a los falsos tejedores para aprehenderlos y darles castigo; pero los burladores habían huido a tiempo, ya estaban bien lejos del Reino disfrutando de los dineros mal habidos.
          El relato está terminado. Pero viene al caso porque algo parecido está sucediendo en Misiones con el recientemente creado Consejo de la Magistratura: fue presentado como la panacea de los problemas judiciales, herramienta supuestamente perfecta que acabaría con la mediocridad judicial y aseguraría la indepenencia absoluta de los Poderes del Estado.
          Ahora bien: si observamos el desarrollo de los acontecimientos, lo cierto es que la comunidad misionera viene reclamando cambios sustanciales - estructurales - en la administración de Justicia; también, en aquellos organismos vinculados al servicio judicial: la Policía, el sistema carcelario, la asistencia de la familia y los menores; y hasta en el ejercicio de las profesiones liberales de los auxiliares de la Justicia: abogados, peritos, etc.
Los cambios siempre incluyeron, si, la creación y puesta en funcionamiento del Consejo de la Magistratura. Pero el Consejo por sí sólo, sin la modificación de muchas otras estructuras, es - valga la comparación - una gota de agua caída en el desierto, que se diluye sin resolver la sed del caminante.
Más aún: este Consejo de la Magistratura, tal como resulta de la Ley que lo pone en vigencia y de la realidad que vivimos, presenta más falencias que virtudes.
          Y ha sido en estos momentos de necesidad de cambios avizorados por el común de la gente, en que una afinada ofensiva de los medios de comunicación, por el método conocido en la prensa como "de omisiones y reiteraciones", ha creado la ilusión del Consejo como solución mágica para los grandes problemas de la Justicia de Misiones.
          A la campaña mediática se sumaron los Poderes Ejecutivo y Legislativo, los partidos políticos, las entidades intermedias y profesionales, los sindicatos y los académicos. Como en el relato de los tejedores, nadie quiso ver la evidente insuficiencia de la solución propuesta. Nadie osó comentar que "el Consejo de la Magistratura cabalga desnudo".
          En una digresión, quizás debamos decir que el clamor de la prensa es mera consecuencia y reflejo de las expresiones de los factores del poder, no a la inversa: no matemos al mensajero... Pero de una o otra forma, el resultado es el mismo.
          Hemos observado un fenómeno singular: la gran mayoría de los Abogados consultados no ha leído el texto de la normativa de creación del Consejo de la Magistratura. La compulsa demostró que la generalidad de los Profesionales del Derecho ni siquiera tenía conocimiento de que la normativa legal del Consejo de la Magistratura de Misiones se conformó con dos leyes, una modificatoria de la Constitución Provincial, la otra de puesta de funcionamiento inmediata de Consejo; un número muy grande de consultados estaba convencido de la existencia de una única ley provincial del Consejo de la Magistratura y se sorprendió cuando fue informado de la duplicidad de leyes.
          Si tal es el desconocimiento de los Abogados y demás Profesionales del Derecho, menos debe esperarse del resto de la población.
          Sin embargo, Abogados o no, las opiniones fueron concordantes: con el Consejo en marcha, la Justicia de Misiones tiene un futuro cercano venturoso... Lamentablemente, nada más errado. Estamos frente a un caso paradigmático en el cual los dirigentes políticos y comunitarios se han sentido presionados por la opinión pública que exigió cambios. Pero los dirigentes carecían de ideas para mejorar las instituciones o tenían la voluntad manifiesta de mantener las cosas como estaban (o, más probablemente, un poco de cada cosa: falta de ideas y pocas ganas de modificar la realidad).
Enfrentados a la alternativa de ser amonestados por la sociedad, el establishment elabora la fábula del Consejo de la Magistratura; que, a decir verdad, no mejorará la situación de la Justicia sino que la empeorará, pero nadie lo dice aunque muchos lo sospechan: el bochorno de ver al Rey desnudo sigue amedrentando.
         Veamos ahora las causas de la ineficacia del nuevo instituto, el flamante Consejo de la Magistratura de Misiones.
          En principio, hay que considerar la composición del cuerpo. De los siete miembros, cuatro son políticos o tienen origen y formación política (dos Legisladores, un representante del Poder Ejecutivo y uno del Superior Tribunal de Justicia. En cuanto a la representación de Magistrados y Funcionarios judiciales (un miembro) y de Abogados del Foro (dos miembros) el sistema alienta, como ya ocurrió, la directa intervención política y aún estatal en favor de uno o más candidatos.
         La segunda cuestión refiere a la obligación legal, para el Consejo, de nominar cinco candidatos por cada cargo a cubrir, sin orden de mérito, de los cuales el Poder Ejecutivo ha de elegir un candidato a su arbitrio.
En tales condiciones, el Consejo de la Magistratura de Misiones puede considerarse el "paraíso de las designaciones de Jueces" para el partido gobernante: podrá poner en los cargos judiciales a quienes en definitiva quiera, sin mayor respeto por la idoneidad, bastando conque apele a las clásicas "negociaciones políticas" que hacen a muchos actos de gobierno en los sistema pluripartidarios (más, cuando la realidad es bipartidaria). Las quejas solitarias de los miembros no politizados del Consejo no quedarán más que en eso: un reclamo en el desierto.
         El gobernante pasará a tener una enorme ventaja: habrá legitimado las futuras designaciones, hasta las más inconsecuentes, con el mero funcionamiento del Consejo. Todas las quejas quedarán acalladas con la mención: "El Consejo lo hizo..."
          Es verdad que se mantiene una esperanza: la Ley de reforma constitucional permitiría en el futuro sancionar una mejor Ley reglamentaria del Consejo. Pero es, obviamente, de lege ferenda, no es la herramienta que tenemos hoy.
          Al discurso equivocado sobre las supuestas bondades del Consejo de la Magistratura de Misiones se agrega una verdad incontrastable: los Jueces y Funcionarios que están, siguen en los cargos, siguen los Jueces ejemplares, los Jueces buenos, los Jueces regulares y los Jueces malos. Nada, ni un ápice ha cambiado desde que se puso en funcionamiento el Consejo. Y nada cambiaría aún con el mejor Consejo del mundo, porque reiteramos, los que están, están; y la renovación por mera ley biológica requiere décadas, quizás treinta o más años.
          Esta es nuestra realidad. Pero, por el efecto de "la tela mágica" la opinión pública ha acallado las quejas... hasta que un niño o un mendigo, comience a gritar "el Rey cabalga desnudo".
          Como consecuencia de las deliberadas o inconcientes reiteraciones declamativas, sigue omitiéndose el debate que los Abogados, los políticos, los Legisladores, las Universidades y las entidades intermedias, adeudan a la sociedad respecto de otras instituciones del quehacer jurídico cuyos decaimientos e ineptitudes resultan manifiestos.
          Uno de los organismos de más baja performance es el Jurado de Enjuiciamiento de Magistrados y Funcionarios de Misiones. La ley que reglamenta su funcionamiento está llena de lagunas, a tal punto que seguimos discutiendo cuestiones tan elementales como, por ejemplo, cual es la consecuencia de la ausencia de acusación formal por Procurador General, si este está obligado a acusar o debe considerarse la posibilidad de intervención del subrogante, etc.; también, si el juicio del Jurado es "administrativo", "judicial" o "político".
          En otro aspecto, la elección de los Jueces del Jurado es inconstitucional, porque recurre al sorteo para escoger los representantes de los Abogados del Foro, con lo cual se elude el requisito de la idoneidad para acceder a los cargos.
          Para colmo, las causales de destitución están parcamente detalladas y, en definitiva, se convierte en discrecional.
          Desde el juri a un Juez hace más de treinta años en el cual se lo juzgaba por nimiedades de las cuales sólo un testigo entre una treintena pudo dar remota referencia; hasta los casos célebres de la década del ´80 y más recientes con destituciones o pretensiones de destitución de neto corte político; y las omisiones de juzgamiento cuando de protegidos del régimen se trató; todo se ha enredado y al final, los buenos tienen miedo y los malos se mofan. Nadie tiene confianza. La solución, como siempre, es sencilla si existe voluntad para ello.
         Mientras tanto, seguimos viviendo en el Reino de los falsos tejedores.
Compartir este post
Repost0

Comentarios

A
<br /> La Cocina de Angelito te invita a participar por el sorteo de un mes de publicidad en la Cocina, en la posición Nº 24 del ranking de blogs, la cual cuenta a cuatro meses de su creación con más de<br /> 7.000 visitantes mensuales y más de 14.000 páginas vistas, y según las estadísticas de over-blog va en crecimiento. La publicidad no es sólo un enlace común, es un banner con imagen como los que<br /> pueden encontrar en el blog. Para participar, sólo deben inscribirse en el boletín de noticias, y participarán mes a mes por este premio, y además, estoy preparando un premio increíble, que consta<br /> de un CD con toda la información que pueden encontrar en la página y muchas cosas más, entre lo que encontrarán cursos de todo tipo (enología, nutrición, organización de eventos, etc.).<br /> Si deseas participar sólo tienes que anotarte.<br /> Saludos cordiales.<br /> Angelito.<br /> <br /> <br />
Responder
J
No conocia este articulo, pero es bastante interesante, conviene que todo el mundo lo lea.
Responder

Presentación

  • : El sitio en la web de Aida y Norberto
  • : Actualidad, Derecho, críticas de los actos políticos. Soy perfecto pero prefiero negarlo, le temo a los envidiosos y a las envidiosas.
  • Contacto

Perfil

  • Norberto Tesy Wernicke
  • De profesión, soy abogado, tasador. De vocación, soy escritor y - según dicen mi familia y mis amigos - ermitaño. Tengo 64 años, mi esposa se llama Aida Zunilda Bogado, y mis hijos Alberto y Daniel. Soy feliz. ¿Que más quiero?
  • De profesión, soy abogado, tasador. De vocación, soy escritor y - según dicen mi familia y mis amigos - ermitaño. Tengo 64 años, mi esposa se llama Aida Zunilda Bogado, y mis hijos Alberto y Daniel. Soy feliz. ¿Que más quiero?

Texto Libre

Archivos