Las finalidades veladas de la tarjeta SUBE
Tras tres años de demora, en estos días el Gobierno Nacional de la Argentina se ha lanzado a atosigar a los habitantes de la región conocida como Gran Buenos Aires para que compren la tarjeta SUBE. Hay largas colas de gente que espera para adquirir el preciado instrumento, previo llenado de formularios e incorporación a una base de datos.
Para quienes viven en la Argentina lejos de Buenos Aires o en otros países, explicamos primero, que es la tarjeta SUBE. Es un estructura creada e implementada por el Gobierno Nacional. Sin embargo, está destinado a servicios que están en la Provincia de Buenos Aires y en la Ciudad Autónoma de Buenos Aires. O sea que, conforme al régimen federal que rige en la República Argentina, las autoridades nacionales (es decir, federales) no deben intervenir en el tema. Claro está, hay razones diversas que analizaremos y que han llevado a la autoridad federal a actuar en un aspectos que, en principio, les son ajenas.
Ahora bien. Con la tarjeta SUBE, una persona puede viajar en todos los medios de transporte urbanos y suburbanos que circulan en el denominado Gran Buenos Aires, que es un conglomerado formado por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y los municipios ubicados en la Provincia de Buenos Aires que están alrededor de la referida ciudad de Buenos Aires.
Para el usuario, la ventaja de la tarjeta SUBE va más allá de la finalidad inicial para la cuál fuera anunciada, que era evitar a los pasajeros el engorro de tener que llevar dinero efectivo en cambio pequeño, en un país como la Argentina donde siempre hubo pocas monedas y billetes de bajo valor, y cada vez hay menos. Esa escasez de monedas y billetes de menos de diez pesos se debe exclusivamente a la negativa del Gobierno Nacional de acuñarlas e imprimirlos.
Más allá de lo señalado, lo cierto es que la Presidenta de la Nación anunció que, a partir del 10 de febrero de 2012, todos los transportes del Gran Buenos Aires dejarán de ser subsidiados. De modo que, ese día, subirán los precios de los transportes en cifras que – se estiman – podrían superar triplicarse en algunos casos. Pero si un usuario obtiene la tarjeta SUBE, el precio le será mantenido. A ese efecto un complejo sistema informático distribuye el dinero de los subsidios que se mantengan entre las diferentes empresas de transporte.
La tarjeta SUBE la anunció la Presidenta Cristina en 2009. Se fue instrumentando con la clásica lentitud pasmosa de los gobiernos argentinos. Ahora fue acelerada la puesta en marcha por varias razones, pero la única motivación anunciada fue el aumento de los pasajes a partir del próximo 10 de febrero. Entonces, lo que resulta extraño, es que se apura tanto el tema, cuando podría retrasarse todo unos días y así se evitaría que cientos de miles de personas hagan colas – a veces de cuatro o más horas – en los pocos lugares donde se entregan las tarjetas SUBE.
Se supondría que la explicación estaría vinculada a la necesidad de suprimir pronto los subsidios al transporte para mantener la alicaída caja del tesoro nacional. En realidad no es así, porque, si la mayor parte de los usuarios de transportes de la región más poblada de la Argentina usarán la tarjeta SUBE, el subsidio se mantendrá en cuanto menos al ochenta y cinco por ciento de los usuarios.
Algo de la desprolijidad se debe a la tendencia de las actuales autoridades de nuestro país de irritar y exasperar inútilmente con decisiones tremendistas. Sin embargo, hay otras cosas.
Una de las razones, ocultas o despistadas, es que la falta de billetes de valores menores a diez pesos y muy especialmente de monedas, ya está al límite. De dejar las cosas así, las críticas al gobierno se harán sonoras y también este gobierno es alérgico a las objeciones de la opinión pública.
Cabe preguntarse, ¿por qué no se fabrican billetes y monedas en la Casa de la Moneda estatal que tiene gran capacidad para ello, o en todo caso se mandan a producir a empresas particulares argentinas o en el extranjero? Bueno, aquí sí, entran los graves problemas de liquidez que el gobierno trata de ocultar, porque es tan enorme el faltante de monedas y billetes de baja denominación, que el precio de manufacturarlas o de comprarlas elaboradas en cantidad para cubrir las necesidades, sería una cifra increíblemente alta, unos cuatro mil millones de dólares. Claro, en el tema de billetes y monedas, llevamos once años de demora. Si la fabricación de hubiera venido haciendo, los costos estarín diluidos en el tiempo.
Otro motivo, es parte de la política de confrontación del Gobierno Nacional con el Jefe de Gobierno de la Ciudad Autónoma de Buenos Aires, Mauricio Macri. Y es, que la tarjeta SUBE incluye a los subterráneos de la esa ciudad, desde el comienzo de este año administrados por la misma ciudad. De modo que, al dársele a casi todos los usuarios – incluyendo de subterráneos – las tarjetas SUBE, de hecho se le está impidiendo al gobierno de la ciudad subir las tarifas de los pasajes de los subterráneos.
En definitiva, carente de una planificación siquiera a corto plazo, es obvio que estos inconvenientes siempre estén “a la vuelta de la esquina” de Gobierno de la Nación Argentina.
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